¿La Mafia Del Alfabeto?

Para una persona en el exterior, la cantidad de letras en el acrónimo LGBT+ puede resultar abrumadora, y a falta de definiciones claras, se pueden tildar como algo ‘demasiado complicado’. Pero cada una de sus letras es una sigla para un grupo poblacional que merece y necesita representación.
Dentro del acrónimo se pueden encontrar miembros de diferentes orientaciones sexuales, identidades de género e incluso sexos biológicos. Para eso dividamos el acrónimo en estos tipos de diversidad.

Las primeras tres letras del acrónimo son “LGB”, que se refieren a las personas de diversas orientaciones sexuales, lo que quiere decir que se trata de personas que se sienten atraídas sexualmente hacia personas de géneros distintos a los normativamente esperados. La “L” se refiere a lesbianas, esto es, mujeres que se sienten atraídas por otras mujeres; la “G” quiere decir gay, que aunque puede ser un término que haga referencia a homosexuales de todos los géneros, comúnmente se utiliza para referirse a hombres atraídos por hombres; y la “B” se refiere a las personas bisexuales, o sea que sienten atracción por dos o más géneros. La letra “B” del acrónimo puede ser utilizada como un concepto paraguas para todas las personas que se sienten atraídas por personas de más de un género, como es el caso de personas pansexuales, omnisexuales, y otras (aunque en este artículo no hablemos de todas las orientaciones, en el futuro hablaremos de cada una).

La siguiente letra del acrónimo “T” es un paraguas de lo Trans, representando una parte de la diversidad de identidades de género que existen. Se considera un paraguas porque engloba a las personas transgénero (personas cuya identidad difiere de su sexo biológico), transexual (personas transgénero que utilizan intervenciones médicas para alinear su cuerpo con el género con el que se identifican) y travesti (personas que utilizan prendas que la sociedad considera como del género opuesto con el que se identifican, pero que se siguen identificando con el género que les fue asignado al nacer), sin embargo muchos colectivos utilizan el término paraguas porque engloba, pero no describe perfectamente, las experiencias y vivencias de todas las personas incluidas dentro de esa letra. Cabe destacar que esta letra del acrónimo puede llegar a representar a personas de todos los géneros, incluidos el no binario, el género neutro y el género fluido.

Después encontramos la letra “I”, abreviatura de Intersex. Se trata de personas cuyas características sexuales biológicas se pueden considerar ambiguas, o bien, cuentan con dimorfismos de órganos sexuales tradicionalmente considerados masculinos o femeninos. Las personas intersexuales normalmente cuentan con una variación cromosómica, de las cuales se han detectado decenas, por lo que no existe un solo sexo intersexual sino que es una amplia gama de sexos biológicos.

Por último nos encontramos con la letra “Q” refiriéndose a Queer, una palabra con una fuerte connotación histórica anteriormente utilizada para denigrar a personas de la comunidad LGBTIQ+ pero fue apropiada por la misma comunidad y ahora se puede utilizar como un término paraguas para incluir todo aquello que está fuera de la normatividad cisgénero heterosexual.

Algunas corrientes utilizan más o menos letras en el acrónimo, aunque no existe un consenso global e invariablemente existirán identidades u orientaciones que no estén incluidas en el acrónimo, la importancia de éste recae en que seamos conscientes de la existencia de personas diversas y procuremos incluirlas, representarlas y celebrar sus diferencias. Pero, ¿realmente se necesitan encasillar en etiquetas para poder ser incluidos, respetados y celebrados? ¿El simple hecho de existir no debería ser suficiente para que se respete la individualidad y la identidad humana?

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